sábado, 5 de febrero de 2011

AGUA SANTA


A unos cuantos kilómetros de la ciudad de Nacimiento, en la localidad Rural de Monterrey, cuenta la leyenda que hace muchos años atrás vivió en ese sector, un joven pastorcito que cuidaba día a día las ovejas de su patrón, un terrateniente cuyo apellido era Pulido.

Los sucesos que dan origen a la leyenda de “Agua Santa” transcurren en época estival. Cuenta la gente que en el año en que transcurre esta historia, había hecho más calor que ningún otro año del cual se tuviera memoria, no corría ni la más mínima brisa, y el Joven pastorcito tenía que llevar a pastar las ovejas a un lugar donde no había una fuente de agua cercana, sumando a esto, la poca sombra que había en el monte, ya que como aún hoy en día se aprecia, es una gran roca, por consiguiente no hay grandes árboles que puedan dar sombra. 

Las ansias codiciosas del patrón, le prohibía dejar algún momento a solas las ovejas, por lo dañinas que eran, cualquier descuido por parte del pastor, provocaba que estos animales -como el más terco de los burros- se fueran de cabeza a las siembras. Esta prohibición le impedía al pequeño pastorcillo poder bajar al río Bio Bio y apagar la gran sed que sentía, ya que por lo agreste y empinado del lugar, demoraba mucho tiempo llegar al río. 

El pastorcito le hizo ver a su patrón, de las condiciones en que trabajaba, de la continua deshidratación que estaba siendo víctima, y por sobre todo, el calor insoportable del verano en curso, a lo que el señor Pulido contestó, “si quieres seguir comiendo, deben seguir comiendo las ovejas o sufrir los azotes” no quedándole más que acatar, como el más sumiso de los esclavos. 

Fueron varios días, en que el pastorcito trabajó a pleno sol; la deshidratación e insolación, comenzaron a causar sus efectos, dañando su salud. La viveza y espontaneidad que lo caracterizaba se iba diluyendo lentamente de sus ojos y su ser. 

Un día, en que se levantó muy temprano, arrió las ovejas al monte tal como siempre lo hacía, pero este día se sentía cansado y tenía escalofríos; el sol salió con gran fuerza, como nunca se había visto; mas, cuando estaba en lo alto cielo, él sentía que cada rayo de sol era cual espada entrando en su piel, sentía además el sol pegado en la frente y a esas horas del mediodía, ya no le quedaba agua, ningún arbusto era suficiente para arrancar o escapar del sol abrasador, trató de dar aviso para que lo socorrieran, pero en el débil estado que se encontraba, lo que más pudo hacer en un esfuerzo sobre humano, fue arrastrarse en dirección a la casa, pero cuando iba en lo más alto del cerro empedrado, cerca de los riscos del Bio bío, a 6 kilómetros de Laja en el sector de Monterrey, desesperado por una gota de agua, miró al cielo, y vio que no había una sola nube que detuviera la tortura. Suplicó a Dios por agua y en su desesperación tomó una roca de quince centímetros de diámetro aproximadamente, para buscar humedad de bajo de la piedra, agotando así la poca energía que le quedaba, cuando miró al suelo, en el espacio que dejo la piedra, vio como brotaba agua, agua en lo alto del cerro empedrado, tanta fue su impresión de vivir el milagro que presenciaban sus ojos, que agradeció a Dios, pero producto del cansancio no fue capaz de beberla y expiró. 

Desde aquel día, en lo más alto del cerro, donde no había ni una sola gota de agua, hoy como un memorial al abuso y a la muerte del pastorcito, entre primavera y verano, pero sobre todo en esta época, brota agua en medio de la roca, en memoria de aquel joven pastorcito, que por la codicia de su patrón dejó su vida en aquel cerro, por cuidar unas ovejas ajenas. Agua que en invierno se seca, cuando el líquido que brota de la roca ya no es necesario. 
Así es conocida esta fuente de agua como ·”Agua Santa”, donde cuentan los antiguos que hace 50 años atrás se celebraban fiestas religiosas, venía gente de todos lados a rezar, pagar mandas y contemplar el milagro, aún hoy día, viene gente pero muy pocos.

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